Pintar sobre el barro

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Las primeras muestras de este arte las encontramos ya en el Neolítico y de la Grecia antigua existen restos donde se ve el gran desarrollo que tenía esta técnica. A lo largo de los tiempos se ha ido desarrollando y perfeccionando, pero se ha mantenido inalterable su proceso totalmente manual y creativo de pintar la Cerámica Artesanal. Hay diferentes modos de decorar piezas en cerámica, nosotros vamos a explicaros la técnica que usamos en nuestras piezas y que es denominada, decoración sobre cubierta cruda. Una vez hecha y cocida la pieza de barro la recubrimos con una capa de esmalte y sobre ésta, sin cocer previamente, decoramos. Pintamos con óxidos calcinados y pigmentos naturales. Estos pigmentos cerámicos son componentes químicos mezclados, molidos y lavados para eliminar las sales solubles, secados y cocidos para hacerlos estables a las altas temperaturas a las que se les somete y a las agresiones al fundirse con el esmalte. Los óxidos calcinados, están menos modificados químicamente, son más naturales pero su resultado suele ser menos uniforme, aunque también más cálido y artesanal. Tanto unos como otros, se utilizan en polvo que dispersamos en agua, como medio de transportarlos a la pieza. Hay óxidos y pigmentos que son especialmente sensibles a su aplicación y marcha de cocción, por lo que necesitan de experiencia y maestría para su utilización. El resultado de todos en general dependerá de factores como el esmalte de base, el grosor de éste, de la temperatura que le apliquemos y del tipo de atmósfera del horno. Tenemos una variada paleta de colores, pero además mezclando, conseguimos otros nuevos y originales. Una vez mezclado el pigmento con el agua necesaria (según la fuerza del tono que queramos conseguir le añadiremos más o menos agua) pasamos a pintar sobre la cubierta cruda de la pieza. Ésto se realiza totalmente a mano. Usamos para ello unos pinceles especiales de pelo de buey (hay otros, pero éstos son los que mejores resultados nos han dado). El color, que es transportado a la pieza en forma acuosa, se adhiere rápidamente a ésta debido a la porosidad del esmalte crudo. Éste es un proceso delicado, pues al estar el esmalte sin cocer, podemos arañar su superficie con facilidad y nos arruinaría el trabajo. Hay pues, poco margen de error, son necesarias precisión y firmeza en el pulso y mucha experiencia en esta forma de pintar. Una vez dada la pincelada es imposible rectificar y ésto, que puede parecer un inconveniente, es en realidad una de las bellas características de la cerámica artesanal, pues hace posible que sus trazos sean sueltos, frescos, que tengan espontaneidad. En ellos se vislumbra la mano creadora, a través de ellos se expresa el artesano. Finalmente, una vez terminada de pintar la pieza, necesitamos de nuevo de la magia del fuego para endurecer, para fusionar todas las materias primas utilizada, para hacer una fusión perfecta entre la tierra, el fuego y el hombre. Cocemos esta vez a 980ºC en atmósfera oxidante. Dándonos como resultado una magnífica pieza de cerámica de vivos y hermosos colores que se mantendrá inalterable con el paso del tiempo.

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